Amor vs. Droga

“Cuando estoy con él o ella se me olvida todo”, “Siento mariposas en el estómago”, “Ya no siento lo mismo de antes”, “No puedo vivir sin mi pareja”, “No paro de pensar en mi ex”,… la verdad es que muchas de estas expresiones las puede decir un drogadicto en referencia a la droga a la que es adicto. Es muy común escuchar que el amor es una droga o que uno puede volverse adicto a su pareja sexual.

Hoy, en nuestro PSYconoce, vamos a analizar el supuesto de que el amor erótico es una droga, y lo vamos hacer comparando los dos estados de “embriaguez”.

Primer contacto con la droga vs. Enamoramiento

Cuando nos enamoramos, sobre todo la primera vez, sentimos muy intensamente las emociones positivas gracias a la liberación de determinadas hormonas y neurotransmisores como son la dopamina, la serotonina y la oxitocina, entre otros. Gracias a estas sustancias (sobre todo la dopamina), sentimos fuertes sensaciones de euforia, seguridad, confianza, etc.

La dopamina tiene muchas funciones en el cerebro, incluyendo papeles importantes en el comportamiento y la cognición, la actividad motora, la motivación y la recompensa, la regulación de la producción de leche, el sueño, el humor, la atención y el aprendizaje. Hoy nos vamos a fijar solo en el papel que juega la dopamina en los circuitos neuronales de recompensa. Los primeros estudios sobre la dopamina y la recompensa observaron que, cuando a las ratas se les proporcionaba acceso a una palanca que liberaba dopamina en su cerebro, estas no paraban de presionar la palanca, es entonces cuando se relaciona por primera vez la dopamina con el placer.

Esta sustancia, tan presente en el enamoramiento, también está muy presente en el consumo de drogas. Por ejemplo: la cocaína aumenta la presencia de este neurotransmisor en el cerebro provocando junto con la noradrenalina sensaciones de euforia, confianza, seguridad, etc.

Dependencia y abuso vs. Pasión

En las primeras fases del amor experimentamos con más fuerza que nunca una sensación de vínculo y apego intenso con esa persona, tan intenso que nos olvidamos de lo que tenemos alrededor hasta que toda nuestra vida y pensamientos circulan alrededor de esa persona, llegando a veces a fuertes estados de dependencia.

¿Quién no tiene en mente la mirada de los amantes que se beben con solo mirarse, que se absorben como si se alimentasen de la energía del otro, que parece que el tiempo se detiene solo para ellos?

En las drogas pasa lo mismo, existe esa fase de dependencia y abuso donde el adicto crea un vínculo muy fuerte con la sustancia que le da tanto placer y consume cada vez más frecuentemente y más cantidad, entrando en esa espiral de consumo que al principio es gratificante pero que luego se torna dolorosa.

Tolerancia a la droga vs. “Dejar de sentir lo mismo”

En muchas drogas se produce el efecto de la tolerancia y cada vez se necesita una mayor cantidad para sentir las mismas sensaciones que al principio. Esto en la cocaína es muy común y provoca que el adicto consuma cada vez más cantidad y de mayor pureza, empujado por el recuerdo reforzante de su primera vez.

En el amor, tras pasar una fase de enamoramiento intenso, pasamos a no sentirnos tan apasionados, tan eufóricos y esto se traduce en frases tipo: “ya no siento lo mismo”, “al principio era todo muy bonito, pero ahora”,… Parece entonces que también hay una tolerancia y una bajada de sensaciones placenteras y evasivas. Esto puede traducirse en demandas entre los componentes de la pareja, en infidelidad o en la búsqueda de una nueva relación intentando que lo nuevo nos proporcione otra vez todas esas sensaciones embriagadoras que damos por perdidas.

Fase “Quiero dejarlo pero no puedo” vs. “Ni contigo ni sin ti”

En la adicción a una sustancia existe un momento en el que la droga deja de consumirse por ser gratificante y comienza a consumirse para evitar el temido síndrome de abstinencia. Es aquí donde se produce un “quiero y no puedo”: el adicto comienza a ser consciente de la parte tóxica en su relación con la droga pero, a la vez, siente impotencia al no tener la voluntad suficiente para dejarlo.

Esto también lo podemos ver en el amor cuando una persona se da cuenta de que su relación es tóxica, incluso de maltrato, y tampoco puede dejar la relación pues teme padecer las reacciones típicas de ese síndrome de abstinencia. Ya no está con su pareja por el placer que le proporcionaba al principio si no por el terror que le provoca estar solo y padecer los síntomas propios del duelo y de la abstinencia.

Esto explica en parte las relaciones inmediatas o solapadas con una relación que se rompe: personas que estaban muy enamoradas de su pareja y, al romper, se enrolan en una nueva relación. Una nueva relación que funciona como una especie de metadona, un sucedáneo que le ayuda a transitar ese duelo abstinente.

Síndrome de abstinencia vs. Dejar la relación

Cuando se termina una relación donde ha existido un fuerte vínculo podemos experimentar un gran dolor emocional, podemos sentir que se nos va la vida, sensaciones de vacío, depresión, tristeza, abatimiento y, sobre todo, un no poder parar de pensar en la otra persona, llegando a intentar encontrarnos con nuestro ex una y otra vez para intentar beber de esa persona a la que somos adictos.

Síntomas muy parecidos se producen en la abstinencia tras el cese de consumo de las drogas donde, por ejemplo en la cocaína, se tienen síntomas de agitación y conducta inquieta, desánimo, fatiga, sensación de molestia general, sueños demasiado intensos y desagradables o disminución de la actividad. Aparecen entonces esos momentos donde uno siente un gran impulso por pensar y buscar la sustancia con la intención de aliviar estos síntomas tan desagradables.

En las situaciones de reencuentro con un ex puede haber caídas, como en la droga, para volver a sentir una relación íntima y sexual pero sin pasar de ahí y donde cada miembro de la pareja vuelve a su vida sin el otro. Pero también uno puede recaer y restablecer su consumo, volviendo otra vez a la relación, igual que el adicto restablece el consumo que había dejado.
Ante ese restablecimiento de la relación debemos preguntarnos si es algo bueno y saludable para nosotros o si es algo tóxico a lo que somos adictos y debemos desintoxicarnos.

En conclusión, parece demostrado que las drogas imitan los reforzadores naturales porque actúan en las mismas zonas cerebrales donde experimentamos emociones gratificantes y placenteras. Las sensaciones que se experimentan son similares, pero las drogas traen consigo consecuencias más dañinas e insalubres. Por lo tanto, es más sano experimentar el amor y el desamor las veces que haga falta, ya que son experiencias vitales y naturales, que buscar emociones con cualquier otra sustancia “imitadora” y dañina.

Y hasta aquí nuestro PSYconoce de hoy, suscríbete y dale a la campanilla si no quieres perderte nada de lo que hacemos en este canal.

Todas las publicaciones del Blog

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Más info

aceptar
PHP Code Snippets Powered By : XYZScripts.com
Abrir chat
1
Envía desde aquí un WhatsApp ahora a PSYCOlógicaMENTE