El Cuento de El Mono y el Pez es un cuento que nos ayuda a pensar antes de actuar, que nos invita a analizar si lo que nosotros creemos que es lo mejor para nosotros es, realmente, lo mejor para el otro. Nos habla de Empatía, de ponernos en el lugar del otro antes de juzgar, de hablar y de actuar.

Este Cuento de Crecimiento Personal nos enseña no Salvar a quien no necesita o no quiere ser Salvado.

Este Cuento es muy especial para nosotros porque está ilustrado por una persona muy querida, rellena de Amor, de Arte y de Talento: Josep Silla, muchas gracias por tu Imaginación, tu Lápiz y tu Arte Final… esperamos volver a disfrutArte pronto!!!

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Érase una vez un explorador que amaba la naturaleza más que a nada en el mundo. Tal era su amor por la fauna y la flora que decidió abandonar la civilización para irse a vivir a la Selva.

Poco a poco fue entendiendo las costumbres de los animales y aprendiendo los ciclos de las plantas.

Se sentía en armonía con su entorno y en paz consigo mismo, hasta que un día vio a un mono sacando un pez del agua para ponerlo en la rama de un árbol… se enfadó tanto que gritó:

– ¿Qué demonios estás haciendo?

El mono respondió:

– Estoy salvándole de morir ahogado

El explorador pensó:

Lo que para uno es comida, es veneno para otro.
El sol, que permite ver al águila, ciega al búho.

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Todos tendemos a pensar que lo que es bueno para nosotros es bueno para todos los demás… a las madres realizadas, nos cuesta entender que haya mujeres que antepongan otras prioridades a la maternidad… a quienes vivimos felices en una casita de un pequeño pueblo, nos sorprende que tanta gente elija vivir en un pequeño apartamento en el centro de una gran ciudad agobiante… a los vegetarianos que nos sentimos sanos y fuertes, nos resulta difícil comprender cómo tanta gente come carne a diario…

Pero los demás también tienen su propio punto de vista… a las mujeres aventureras o dedicadas en cuerpo y alma a su profesión, nos cuesta entender que haya mujeres que antepongan la maternidad a su realización personal… a quienes vivimos felices en un pequeño apartamento en el centro de una gran ciudad, nos sorprende que tanta gente elija vivir en una casita de un pequeño pueblo aburrido… a los carnívoros que nos sentimos sanos y fuertes, nos resulta difícil comprender cómo tanta gente renuncia a comer carne a diario…

Antes de salvar a un pez de morir ahogado, entendamos al pez, escuchemos al pez…

Abramos nuestra mente y nuestro corazón… no actuemos, no demos consejos no solicitados…

Y tú… ¿a quién has intentado salvar?

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