¿Qué es el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG)?

El Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) es uno de los trastornos de ansiedad más comunes, pero muchas personas que lo padecen no lo reconocen o no buscan ayuda de inmediato. Este trastorno se caracteriza por una preocupación excesiva y persistente sobre múltiples aspectos de la vida, como el trabajo, la salud o las relaciones, generando un malestar significativo y afectando la calidad de vida del individuo. Pero, ¿qué lo diferencia de otros trastornos de ansiedad? Sigue leyendo para descubrir más sobre el TAG y cómo reconocerlo.

Criterios Diagnósticos del Trastorno de Ansiedad Generalizada (DSM-V)

El Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) se caracteriza por una preocupación excesiva e incontrolable que afecta a múltiples aspectos de la vida cotidiana. Según el DSM-V, esta preocupación debe estar presente durante al menos seis meses y acompañarse de otros síntomas que causan malestar significativo. A continuación, se desglosan los criterios diagnósticos principales con ejemplos concretos que ilustran cómo se manifiestan estos síntomas en el día a día.

1. Ansiedad y preocupación excesivas

Las personas con TAG experimentan una preocupación constante y excesiva sobre diferentes aspectos de su vida, como el trabajo, la salud, las relaciones familiares o incluso situaciones triviales. Esta preocupación es difícil de controlar y está presente la mayor parte del tiempo.

Ejemplo: Una persona puede pasar horas preocupándose sobre si llegará tarde a una reunión, incluso cuando sale con suficiente tiempo o no hay indicios de que se presenten retrasos. A pesar de los esfuerzos por calmarse, la preocupación persiste y genera un estado constante de ansiedad.

2. Dificultad para controlar la preocupación

Quienes padecen TAG suelen tener dificultades para controlar o detener sus preocupaciones, incluso cuando son conscientes de que sus temores son irracionales o exagerados. Aunque intenten distraerse o pensar en otra cosa, la preocupación vuelve una y otra vez.

Ejemplo: Una madre que constantemente se preocupa por la seguridad de su hijo, aunque sepa que está bien cuidado en la escuela, no puede evitar imaginar escenarios catastróficos, como accidentes o enfermedades, a pesar de no haber motivos claros para ello.

3. Síntomas físicos y cognitivos asociados al TAG

Para cumplir con los criterios diagnósticos, la ansiedad debe estar acompañada de al menos tres de los siguientes seis síntomas. Es importante destacar que estos síntomas deben estar presentes la mayor parte del tiempo durante al menos seis meses.

a. Inquietud o sensación de estar nervioso

Las personas con TAG a menudo se sienten inquietas, tensas o al borde. Esto puede manifestarse como una incapacidad para relajarse, una sensación constante de estar en peligro o la necesidad de estar siempre alerta.

Ejemplo: Una persona con TAG puede sentir que necesita estar constantemente en movimiento, como mover las piernas o caminar de un lado a otro, debido a una sensación constante de inquietud o nerviosismo, aunque no exista una razón aparente para ello.

b. Fatigabilidad fácil

La fatiga es un síntoma común en el TAG, ya que la ansiedad constante desgasta mental y físicamente a la persona, aunque no esté realizando actividades que normalmente causen cansancio.

Ejemplo: Alguien con TAG puede sentirse extremadamente cansado después de un día de trabajo rutinario, aunque no haya realizado esfuerzo físico significativo. Este agotamiento se debe a la tensión mental y el desgaste emocional por la preocupación constante.

c. Dificultad para concentrarse o quedarse con la mente en blanco

La dificultad para concentrarse o mantener la mente clara es otro síntoma frecuente. La persona puede sentir que su mente está constantemente ocupada con pensamientos de preocupación, lo que interfiere con su capacidad para centrarse en otras tareas.

Ejemplo: Un estudiante con TAG puede tener problemas para concentrarse en sus estudios, ya que su mente está ocupada pensando en problemas familiares o personales, lo que le impide absorber el contenido académico de manera eficiente.

d. Irritabilidad

La irritabilidad es común en personas con TAG, ya que la ansiedad constante puede generar frustración, y la persona puede reaccionar de manera desproporcionada ante pequeñas molestias.

Ejemplo: Un padre con TAG puede irritarse rápidamente con su hijo por cosas triviales, como hablar en voz alta o dejar juguetes fuera de lugar, porque su mente ya está abrumada por otras preocupaciones.

e. Tensión muscular

El TAG también puede manifestarse físicamente a través de una tensión muscular constante, especialmente en los hombros, el cuello y la espalda. Esta tensión puede provocar dolores musculares crónicos.

Ejemplo: Una persona con TAG puede tener dolores de cuello y espalda debido a la tensión muscular acumulada por estar constantemente preocupado. Incluso si intenta relajarse, los músculos permanecen tensos debido a la ansiedad subyacente.

f. Alteraciones del sueño

Las personas con TAG a menudo experimentan dificultades para dormir, como problemas para conciliar el sueño, despertares frecuentes durante la noche o la sensación de que el sueño no es reparador.

Ejemplo: Una persona con TAG puede pasar varias horas despierta por la noche, incapaz de dormir debido a pensamientos de preocupación sobre el futuro. Aun cuando logra dormir, se despierta con frecuencia y nunca siente que ha descansado completamente.

4. Los síntomas no se deben a otras condiciones médicas o sustancias

Es fundamental que estos síntomas no sean atribuibles a una condición médica subyacente (como el hipertiroidismo) o al uso de sustancias (como el consumo de drogas o medicamentos). El diagnóstico de TAG solo se realiza cuando se ha descartado que los síntomas sean el resultado de otra causa física o el uso de sustancias.

5. El trastorno genera malestar significativo

El TAG no solo afecta la mente, sino que también genera un malestar significativo en las áreas importantes de la vida de la persona, como el trabajo, las relaciones personales y las actividades sociales. La ansiedad constante interfiere con el funcionamiento diario, lo que puede llevar a una reducción en la calidad de vida.

Ejemplo: Una persona con TAG puede evitar participar en reuniones sociales o rechazar oportunidades laborales debido al temor de que algo salga mal o porque se siente abrumada por la cantidad de cosas que debe gestionar.

Epidemiología del TAG

El Trastorno de Ansiedad Generalizada es uno de los trastornos de ansiedad más frecuentes, afectando a una amplia porción de la población. Sin embargo, la prevalencia exacta puede variar según los estudios y criterios utilizados.

  • Según el National Comorbidity Survey (NCS), la prevalencia de este trastorno durante seis meses es del 3.1%, mientras que a lo largo de la vida puede alcanzar el 5.1%.
  • Es más común en mujeres, con una prevalencia del 6.6%, frente al 3.6% en hombres.

A pesar de ser común, el TAG está subdiagnosticado. Esto puede deberse a que los pacientes tardan en buscar ayuda, ya que los síntomas suelen interpretarse como rasgos de personalidad, lo que retrasa el tratamiento adecuado.

Curso del Trastorno de Ansiedad Generalizada

El TAG suele comenzar en la adolescencia o principios de la edad adulta, y su curso tiende a ser crónico pero fluctuante. Los episodios de mayor ansiedad suelen coincidir con periodos de estrés elevados, como cambios en la vida, situaciones laborales o familiares complicadas.

Las personas con TAG informan haber estado preocupadas toda su vida, y muchas no recuerdan cuándo comenzaron los síntomas. Este hecho, combinado con la percepción de que la preocupación es una característica intrínseca de su personalidad, contribuye a que se retrase la búsqueda de tratamiento.

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Comorbilidad del Trastorno de Ansiedad Generalizada

El TAG raramente aparece solo. Los estudios indican que el 91% de los pacientes con TAG tienen al menos un diagnóstico adicional. Los trastornos comórbidos más frecuentes incluyen:

  • Fobia social
  • Trastorno por pánico
  • Distimia
  • Fobia específica

También es frecuente que las personas con TAG presenten síntomas de depresión y se vuelvan socialmente ansiosas, lo que puede dificultar aún más su diagnóstico y tratamiento.

El Concepto de Preocupación en el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG)

La preocupación es el síntoma central del Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG). En este trastorno, la preocupación no es simplemente un malestar momentáneo o aislado; se trata de un estado mental constante que afecta la percepción y reacción de una persona ante el mundo. A continuación, profundizaremos en el concepto de preocupación en el contexto del TAG, basándonos en estudios clave y en la práctica clínica.

¿Qué es la Preocupación?

De acuerdo con Borkovec et al. (1983), la preocupación es una cadena de pensamientos e imágenes cargados de afecto negativo, que suelen ser repetitivos y difíciles de controlar. Estas preocupaciones generan una sensación constante de malestar y ansiedad. En el TAG, las preocupaciones no solo son frecuentes, sino que abarcan diversas áreas de la vida, incluyendo temas menores que otras personas podrían considerar insignificantes.

La Preocupación como Intento de Solución de Problemas

En el TAG, la preocupación se experimenta como un intento de resolver problemas, aunque este intento no suele ser efectivo. Las personas con TAG se enfocan en problemas futuros, cuya solución es incierta, y suelen imaginar las peores consecuencias posibles. Este enfoque genera más ansiedad, en lugar de aliviarla, ya que la preocupación no resuelve el problema real.

Ejemplo: Una persona puede preocuparse durante días antes de una reunión de trabajo, anticipando todos los posibles errores que podría cometer, a pesar de estar bien preparada. Aunque la preocupación es un esfuerzo por «estar lista», en realidad, aumenta la ansiedad sin proporcionar una solución efectiva.

Preocupación Excesiva y Frecuente

Uno de los rasgos distintivos del TAG es que la preocupación es excesiva. Esto significa que la magnitud y duración de la preocupación son desproporcionadas en relación con la situación real. Las personas con TAG tienden a exagerar las posibles amenazas o problemas, preocupándose más de lo necesario.

Ejemplo: Alguien con TAG puede preocuparse no solo por llegar tarde a una cita importante, sino también por detalles insignificantes, como el clima, el tráfico o incluso si encontrará estacionamiento, aunque no haya indicios reales de que estos factores serán problemáticos.

Además, la frecuencia de la preocupación es otro factor clave. Las personas con TAG experimentan preocupaciones a lo largo del día y en diferentes situaciones. Esto significa que la ansiedad no se limita a un área específica de la vida, sino que abarca múltiples aspectos, como el trabajo, la familia, la salud o incluso cuestiones triviales.

Dificultad para Controlar la Preocupación

Una de las características más frustrantes del TAG es que las personas encuentran difícil controlar sus preocupaciones. Aunque reconozcan que estas son irracionales o desproporcionadas, les resulta extremadamente complicado detener el flujo de pensamientos negativos.

Ejemplo: Una persona puede saber que la probabilidad de que algo malo ocurra durante un vuelo es extremadamente baja, pero sigue preocupándose constantemente por la seguridad del viaje. A pesar de intentar distraerse o relajarse, no puede dejar de preocuparse.

Este falta de control sobre la preocupación es lo que convierte al TAG en un trastorno tan debilitante. La persona se siente atrapada en un ciclo de pensamientos negativos que parecen incontrolables, lo que genera frustración y malestar.

La Preocupación como Expectativa Aprensiva

En el contexto del DSM-IV, la preocupación se define también como una expectativa aprensiva. Esto significa que la preocupación está orientada hacia el futuro, anticipando consecuencias negativas o peligros. Las personas con TAG sienten que deben estar preparadas para cualquier eventualidad, incluso cuando el riesgo es mínimo o inexistente.

Ejemplo: Una persona puede pasar semanas preocupándose por un evento social donde tendrá que hablar en público. Aunque ha preparado bien su discurso, sigue anticipando que algo saldrá mal, como olvidar lo que quiere decir o recibir una respuesta negativa de la audiencia.

Relación entre la Preocupación y la Hipervigilancia

El TAG también se caracteriza por un estado de hipervigilancia, es decir, la tendencia a estar en alerta constante ante posibles amenazas. La preocupación está íntimamente relacionada con esta vigilancia, ya que las personas con TAG buscan señales de peligro en su entorno y anticipan problemas incluso en situaciones que otros considerarían seguras o normales.

Ejemplo: Alguien con TAG puede estar siempre pendiente de cualquier síntoma físico, creyendo que un pequeño malestar puede ser indicativo de una enfermedad grave, aunque los médicos le hayan asegurado que está sano.

Preocupación y Refuerzo

En algunos casos, la preocupación se ve reforzada, lo que contribuye a que las personas con TAG continúen preocupándose. Pueden llegar a interpretar que la preocupación tiene un efecto protector, creyendo erróneamente que preocuparse les permite evitar que ocurran cosas malas.

Ejemplo: Una madre puede convencerse de que su preocupación constante por la salud de su hijo evita que este enferme. Cuando el niño regresa sano a casa, la madre interpreta esto como una señal de que su preocupación fue «eficaz», reforzando así la necesidad de seguir preocupándose.

Temas de Preocupación más Frecuentes en el TAG

Las personas con TAG suelen preocuparse principalmente por:

  • La familia (79%)
  • Cuestiones económicas (50%)
  • El trabajo (43%)
  • La salud (14%) (Sanderson y Barlow, 1990).

Curiosamente, los pacientes con TAG también se preocupan más por asuntos menores en comparación con otros grupos clínicamente ansiosos, lo que refuerza la percepción de que sus preocupaciones son incontrolables.

El Preocuparse y la Solución de Problemas

Uno de los problemas fundamentales en el TAG es que, aunque las personas suelen identificar adecuadamente los problemas que les preocupan, tienen dificultades para aplicar estrategias de solución de problemas efectivas. En muchos casos, la orientación hacia el problema es inadecuada, lo que impide que se implementen soluciones prácticas. Las personas con TAG tienden a sentirse abrumadas por la incertidumbre y experimentan intolerancia hacia la incertidumbre, lo que las lleva a preocuparse constantemente sin encontrar soluciones viables.

El Preocuparse como Conducta de Aproximación-Evitación

El preocuparse en el TAG puede entenderse como una conducta de aproximación-evitación. Por un lado, los pacientes se aproximan a la preocupación porque creen que esta les ayuda a prevenir consecuencias negativas o a estar mejor preparados para los problemas futuros. Sin embargo, esta misma preocupación actúa como una forma de evitación emocional, alejando al individuo de la confrontación directa con sus temores o de las imágenes mentales que puedan generar malestar.

Este ciclo de aproximación-evitación refuerza el trastorno, ya que los pacientes nunca enfrentan completamente sus temores, lo que lleva a una escalada de la ansiedad y el malestar.

Tratamientos para el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG)

El tratamiento del Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) suele incluir una combinación de terapia cognitivo-conductual (TCC), Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) y, en algunos casos, farmacoterapia. Estos enfoques terapéuticos han demostrado ser efectivos para reducir los síntomas de preocupación y ansiedad, proporcionando a los pacientes herramientas para mejorar su calidad de vida. A continuación, se describen las principales intervenciones utilizadas en el tratamiento del TAG.

Terapia Cognitivo-Conductual (TCC)

La Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) es uno de los enfoques más comunes y efectivos para tratar el TAG. Se basa en ayudar al paciente a identificar y cambiar los patrones de pensamiento y comportamientos que perpetúan la ansiedad. Las principales intervenciones incluyen:

  • Reestructuración cognitiva: Esta técnica ayuda al paciente a identificar pensamientos irracionales o distorsionados que refuerzan la preocupación. El objetivo es modificar estos pensamientos automáticos negativos y reemplazarlos por interpretaciones más realistas y equilibradas. Por ejemplo, si una persona con TAG se preocupa excesivamente por su desempeño laboral, la reestructuración cognitiva le permitirá desafiar esas creencias y desarrollar una visión más objetiva de su capacidad.

  • Entrenamiento en relajación: Este enfoque ayuda a reducir la activación fisiológica asociada con la ansiedad. Técnicas como la respiración profunda, la relajación muscular progresiva o la meditación permiten al paciente manejar mejor los síntomas físicos de la ansiedad, como la tensión muscular o la aceleración del pulso.

  • Prevención de respuestas: La prevención de respuestas enseña al paciente a no reaccionar de manera automática ante los pensamientos preocupantes. A través de esta técnica, el paciente aprende a evitar los comportamientos que normalmente refuerzan la ansiedad, como la evitación o la hipervigilancia. Esto le permite enfrentarse a las situaciones que provocan ansiedad sin sucumbir a patrones de evitación.

Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT)

La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) es una terapia basada en la aceptación de los pensamientos y emociones en lugar de intentar cambiarlos directamente. La ACT ayuda a las personas con TAG a desarrollar una relación más saludable con sus pensamientos, permitiéndoles que estos no controlen sus comportamientos ni emociones.

Uno de los componentes más importantes de la ACT es la defusión cognitiva, una técnica que enseña al paciente a distanciarse de sus pensamientos y a desengancharse de ellos. En lugar de verse atrapado en una lucha constante con sus pensamientos preocupantes, el paciente aprende a observarlos como eventos mentales que no necesitan ser creídos ni seguidos.

  • Defusión cognitiva: En el contexto del TAG, los pacientes a menudo se ven atrapados en sus preocupaciones, creyendo que sus pensamientos son representaciones fieles de la realidad. La defusión ayuda al paciente a ver sus pensamientos desde una perspectiva más distante, tratándolos como meras palabras o imágenes que pasan por la mente, en lugar de realidades que requieren acción. Por ejemplo, una persona que se preocupa constantemente por su salud puede aprender a notar el pensamiento «podría estar enfermo» sin reaccionar con miedo o ansiedad, simplemente observando el pensamiento sin dejarse llevar por él.

Además, la ACT fomenta la idea de vivir de acuerdo con los valores personales, ayudando al paciente a tomar decisiones que le acerquen a lo que es realmente importante, incluso cuando la ansiedad esté presente. Esto significa comprometerse a realizar acciones valiosas, en lugar de quedar paralizado por la preocupación.

Farmacoterapia

En algunos casos, el tratamiento del TAG puede complementarse con medicación, especialmente si los síntomas son graves y afectan significativamente la funcionalidad diaria del paciente. Los antidepresivos y los ansiolíticos son las opciones más comunes, y su uso debe estar supervisado por un profesional de la salud.

  • Antidepresivos: Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y los inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN) son los medicamentos más comúnmente recetados para tratar el TAG. Ayudan a reducir los síntomas de preocupación y ansiedad al regular los niveles de neurotransmisores en el cerebro.

  • Ansiolíticos: En casos de ansiedad severa o aguda, los ansiolíticos, como las benzodiacepinas, pueden ser utilizados a corto plazo para controlar los síntomas. Sin embargo, debido a los riesgos de dependencia, su uso prolongado no es recomendable.

  • Conclusión

    El Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) es un trastorno que afecta significativamente la vida de quienes lo padecen. La preocupación excesiva y la dificultad para manejar la incertidumbre son dos de sus características clave. Aunque muchas personas tardan en buscar tratamiento, existen intervenciones efectivas, como la Terapia Cognitivo-Conductual, que pueden ayudar a reducir los síntomas y mejorar la calidad de vida.

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    Referencias

    • Barlow, D. H., & Craske, M. G. (1991). Mastery of your anxiety and worry. Therapist guide. Psychological Corporation.
    • Borkovec, T. D., Shadick, R. N., & Hopkins, M. (1991). The nature of worry and its relation to anxiety. Cognitive Therapy and Research, 15(5), 451-466.
    • Kessler, R. C., Chiu, W. T., Demler, O., Merikangas, K. R., & Walters, E. E. (2005). Prevalence, severity, and comorbidity of 12-month DSM-IV disorders in the National Comorbidity Survey Replication. Archives of General Psychiatry, 62(6), 617-627.
    • Sanderson, W. C., Di Nardo, P. A., Rapee, R. M., & Barlow, D. H. (1990). Syndrome comorbidity in patients diagnosed with a DSM-III-R anxiety disorder. Journal of Abnormal Psychology, 99(4), 308.
    • Dugas, M. J., & Ladouceur, R. (2000). Treatment of GAD. Psychological interventions for generalized anxiety disorder: Cognitive-behavioral approaches.

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