Herida Emocional del Abandono: : Comprendiendo su Origen

¿Alguna vez has sentido un vacío inexplicable, una sensación persistente de que no eres lo suficientemente querido o valorado? Si es así, podrías estar experimentando lo que se conoce como la herida emocional del abandono. Este fenómeno psicológico va más allá de una simple tristeza; afecta profundamente la estabilidad emocional y el comportamiento de una persona. Hoy exploraremos en detalle cómo se origina esta herida, sus manifestaciones, y cómo, sorprendentemente, puede llevar a desarrollar habilidades únicas y valiosas.

¿Cuándo se Origina la Herida de Abandono?

La herida emocional del abandono surge cuando no se satisface la necesidad psico-emocional de afecto durante las etapas tempranas de la vida. Esta herida está directamente relacionada con la falta de contacto y cuidado emocional. Desde el nacimiento, el afecto es crucial para el desarrollo y la supervivencia humana. Sin embargo, cuando este afecto no se proporciona adecuadamente, deja una marca emocional duradera.

Estudios históricos realizados por René Spitz (1945) y Fritz Talbot (1949) han demostrado que la falta de afecto no solo impacta el bienestar físico de los bebés, sino que también tiene una influencia profunda en su desarrollo emocional (Spitz, 1945; Talbot, 1949). Un ejemplo destacado de esta investigación es el descubrimiento de la «vieja Anna» en un hospicio en Düsseldorf, donde los niños bajo su cuidado afectivo mostraban una tasa de supervivencia significativamente mayor. Este ejemplo ilustra cómo la ausencia de afecto puede llevar al marasmo emocional y a la depresión anaclítica, condiciones severas que pueden afectar incluso la esperanza de vida (Spitz, 1945; Talbot, 1949).

¿Cómo se Comporta una Persona con Herida de Abandono?

Las personas con una herida de abandono desarrollan conductas específicas en un intento de asegurar el afecto de los demás. Estas conductas pueden variar desde la búsqueda constante de aprobación y afecto hasta la evitación de situaciones que puedan llevar al rechazo. Este comportamiento está marcado por una profunda necesidad de conexión emocional y por el miedo a no ser suficientemente querido o valorado.

Por ejemplo, alguien con esta herida puede ser muy afectuoso físicamente, buscando siempre dar y recibir abrazos como una forma de reafirmar su valor dentro de un grupo. Otros pueden preferir relaciones más íntimas y personales, evitando grupos grandes donde sienten que su necesidad de conexión no puede ser satisfecha plenamente.

En el ámbito social, estas personas son empáticas y buscan activamente la inclusión y el reconocimiento. Sin embargo, su necesidad de afecto puede llevarles a evitar la soledad, prolongando las interacciones sociales más allá de lo necesario. Intelectualmente, sus decisiones pueden estar fuertemente influenciadas por sus emociones, lo que a veces dificulta mantener la objetividad.

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¿Qué Traumas Deja el Abandono?

El abandono emocional puede tener consecuencias profundas y duraderas. Emocionalmente, las personas afectadas suelen alternar entre la dependencia extrema y el autosacrificio, interpretando cualquier signo de rechazo como una amenaza directa. Este patrón de comportamiento puede llevar a la indefensión aprendida, un estado en el que la persona siente que no puede cambiar su situación, lo que la conduce a una pasividad dañina.

Por ejemplo, en situaciones de relaciones disfuncionales, es común que estas personas prefieran soportar el dolor de una relación perjudicial antes que enfrentar la soledad. Cognitivamente, el estrés crónico experimentado puede afectar negativamente sus funciones cerebrales, especialmente en áreas relacionadas con la gestión del estrés y las emociones, como se demostró en el Proyecto de Intervención en Bucarest.

Comorbilidad de la Herida de Abandono

La herida emocional de abandono a menudo coexiste con otros trastornos psicológicos, siendo el trastorno límite de la personalidad (TLP) uno de los más prominentes. Las personas con TLP presentan una intensa reactividad emocional ante la percepción de abandono, mostrando comportamientos extremos como autolesiones, abuso de sustancias y conductas imprudentes.

Este miedo al abandono está profundamente arraigado en nuestra biología. Desde una perspectiva evolutiva, ser abandonado por el grupo podía significar la muerte. Por lo tanto, nuestras mentes han evolucionado para responder con gran intensidad a cualquier señal de posible abandono, como un mecanismo de defensa destinado a mantenernos conectados con los demás.

 

Beneficios de Tener esta Herida

Aunque dolorosa, la herida de abandono puede llevar a desarrollar habilidades personales valiosas. Las personas con esta herida suelen ser excepcionalmente empáticas y destacarse en la inteligencia emocional, siendo capaces de leer las emociones de los demás con gran precisión y responder de manera más sintonizada a las necesidades emocionales de quienes les rodean. 

Por ejemplo, pueden captar microexpresiones faciales que otros podrían pasar por alto, permitiéndoles ofrecer apoyo emocional en momentos críticos. Esta habilidad los convierte en amigos y compañeros de trabajo excepcionales, capaces de fomentar la cooperación y fortalecer los lazos sociales.

Además, su tendencia a buscar relaciones profundas y significativas los hace muy valiosos en contextos comunitarios y de trabajo en equipo, siendo capaces de mediar en conflictos y asegurar que todos se sientan escuchados y valorados, promoviendo un ambiente de colaboración y apoyo mutuo.

La herida emocional del abandono es una de las más profundas y complejas en la psicología humana, afectando múltiples aspectos de la vida, desde lo emocional hasta lo social y cognitivo. Sin embargo, al comprender su origen y manifestaciones, y al reconocer los posibles beneficios que pueden derivarse de esta experiencia, es posible transformar esta herida en una fuente de crecimiento y fortaleza personal.

Para aquellos que sufren de esta herida, el camino hacia la sanación pasa por la comprensión y la gestión adecuada de sus emociones, permitiéndoles construir relaciones más saludables y satisfactorias. Como señala Pacho Emilio Benítez Aragón en su obra Arquitectura Emocional: Gestión de las Heridas Emocionales (2023), reconocer y abordar estas heridas con empatía es fundamental para una recuperación efectiva y para el desarrollo de una inteligencia emocional sólida.

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Referencias
  • Benítez Aragón, P. E. (2023). Arquitectura Emocional: Gestión de las Heridas Emocionales. Editorial XYZ.

  • Spitz, R. A. (1945). Hospitalism: An Inquiry into the Genesis of Psychiatric Conditions in Early Childhood. The Psychoanalytic Study of the Child, 1, 53-74.

  • Talbot, F. B. (1949). The Child’s Emotional Development. Harper & Brothers.

  • Seligman, M. E. P. (1975). Helplessness: On Depression, Development, and Death. W.H. Freeman.

  • Van der Kolk, B. A. (2014). The Body Keeps the Score: Brain, Mind, and Body in the Healing of Trauma. Viking.

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