En 1948 un joven de 25 años, que trabajaba en la construcción de una línea de ferrocarril, fue víctima de un terrible accidente. Este desgraciado accidente marcó un hito en el estudio de la anatomía cerebral y sus funciones. Hoy en nuestro PSYconoce hablaremos del alucinante caso de Phineas Gage.
El caso de Phineas Gage nos ayudó a entender la funcionalidad de algunas regiones cerebrales para con la conducta del ser humano. Para saber qué le ocurrió a Phineas Cage y qué repercusiones tuvo para la ciencia este trágico accidente es conveniente que conozcamos más de la personalidad de Phineas y de este accidente..
Phineas Gage era un joven veinteañero que mostraba una conducta responsable, inteligente y bien adaptada socialmente. Era apreciado por sus amigos y compañeros de trabajo. Phineas era un hombre religioso, respetuoso y familiar. Un hombre que nunca mostró conductas de inadaptación social.
En el momento del accidente tenía 25 años y estaba trabajando en la línea de ferrocarril entre Rutland y Burlington en el estado de Vermont, EE.UU. Phineas se encargaba de las explosiones para nivelar el terreno y poder colocar los nuevos raíles. Su tarea consistía en perforar agujeros en la roca, meter la pólvora en cada agujero, cubrirlo con arena y, después, taparlos con una gran placa de acero de 3cm. de grosor y 90 cm. de longitud.
El día del accidente, Phineas estaba colocando un barreno. Primero, hizo un agujero estrecho y profundo en la roca con una barra de hierro. Después, rellenó el agujero con pólvora, un detonador y arena. Finalmente, apretó y compactó la carga con la barra de hierro. Inesperadamente, a las 16:30 horas, la carga explotó. La barra de hierro salió disparada y alcanzó al joven, de abajo arriba, entrando por el pómulo izquierdo, por debajo del ojo, y saliendo por el centro de la cabeza, más atrás de la frente, al inicio de la cabellera.
La explosión dejó a Phineas inconsciente tendido en el suelo. La barra reposaba a unos treinta metros manchada de “sangre y con restos del cerebro».
Lo más increíble de todo fue que Phineas Gage no murió en esos fatídicos momentos. Cuando sus compañeros no daban un dólar por su vida, el bueno de Phineas se levantó por su propio pie, eso sí, bastante aturdido. Sus compañeros lo llevaron inmediatamente al médico más cercano.
El Doctor John Martyn Harlow curó a Phineas de su herida y le trató durante varias semanas, hasta que se recuperó y pudo regresar junto a su familia en New Hampshire. Allí Phineas terminó de sanar. Sin embargo, la familia comunicó que, aunque físicamente parecía recuperado, su carácter había cambiado bruscamente.
Los cambios de personalidad fueron agudos, comenzó siendo distante y abúlico, quizás debido a los efectos lógicos del trauma, pero pronto comenzó a manifestar conductas que para nada tenían que ver con el Gage de antes del accidente. Su madre y hermanas padecieron a un Phineas Gage iracundo, irreverente e impulsivo. Se convirtió en un hombre tan poco fiable e inestable que pronto perdió su trabajo. Parecía no controlar sus emociones ni su conducta. Y para colmo, no era capaz de retener sus relaciones sociales.
Una vez perdido su trabajo Phineas vagó por diferentes lugares realizando distintos trabajos: fue conductor de diligencias, viajó por Nueva Inglaterra e, incluso, vivió y trabajó varios años en Valparaíso, Chile.
En todos sus desplazamientos siempre le acompañaba la barra de hierro que había cambiado su vida y, a veces, se exhibía con ella.
Recorrió Nueva Inglaterra exhibiéndose a sí mismo y a su vara a cambio de dinero. Lo mismo aconteció en el museo P.T. Barnum de Nueva York (no en el circo de Barnum, cómo algunas versiones cuentan). Phineas murió en San Francisco 12 años más tarde. El tremendo accidente y su recuperación aparentemente exitosa apareció en periódicos de todo el mundo, pero su muerte fue desconocida por todos.
Lo enterraron junto a la placa de acero que le había producido el daño. Cinco años más tarde el neurólogo John Martyn Harlow, el mismo que le había curado en su accidente 17 años antes, solicitó permiso a la familia para desenterrar el cuerpo de Gage y la barra de acero. Desde entonces, ambos permanecen en el Warren Anatomical Medical Museum de la Universidad de Harvard.
Se ha conjeturado muchísimo sobre qué es lo que le ocurrió a Phineas Gage tras el accidente. La ciencia de la época llegó a decir que Gage había perdido el alma, que el alma del ser humano residía en esa zona y que por eso Phineas se comportaba como un animal, un monstruo, un sociópata que sin escrúpulos y sin moral.
Pasó el tiempo, la ciencia avanzó y los casos de personas alrededor de todo el mundo que reportaban lesiones en esta región cerebral aumentaron. Entonces, se comenzaron a descubrir las funciones de esta zona del cerebro que afectan a la conducta.
En 1994, Damasio y sus colaboradores realizaron una reconstrucción por ordenador para volver a estudiar el caso de Gage. Lo primero que hicieron fue medir con precisión, mediante rayos x, el cráneo, prestando especial atención a los orificios de entrada y salida de la barra de hierro.
A partir de estas mediciones determinaron con exactitud cuáles habían sido las regiones del cerebro dañadas: ambos lóbulos prefrontales mediales y, especialmente, la región orbitofrontal izquierda.
Esta zona es la encargada de la regulación de las emociones y la conducta social.
Los lóbulos frontales diferencian a los humanos de otras especies animales. Esta zona no solo es la encargada de modular las emociones si no que, también, está encargada de la coordinación de conductas motoras complejas,de la motivación, de la memoria de trabajo, etc. Es decir, esta región cerebral realiza funciones ejecutivas, planifica el comportamiento regulándolo en base a las posibles consecuencias de nuestras acciones y empleando para ello toda la información interna y externa, un rasgo que es inequívocamente es humano.
Por todo esto Phineas Gage mostró un cambio de personalidad tan fuerte. Carecía de la capacidad de planificar sus conductas. Era víctima de la impulsividad de sus emociones por no estar moduladas por la zona orbitofrontal.
Phineas tuvo suerte al salvar su vida tras este accidente, pero también es cierto que este percance provocó un aumento de sus conductas antisociales y lo sumió en un ostracismo social.
Muchos investigadores así lo piensan hoy en día y analizan el mito científico de Phineas Gage para concluir que, tal vez, se exageraron las consecuencias del accidente en la conducta de Gage porque a la ciencia del momento le interesaba crear ese “monstruo espectacular”.
No se debe descartar que el estigma social jugase un papel aumentador de las conductas antisociales de Phineas. Aún así, con la experimentación y la recopilación de casos donde se ha podido observar que lesiones en regiones iguales a las que padeció Gage producían los mismos efectos, se ha comprobado que estas regiones cerebrales están encargadas de las funciones de regulación y planificación de la conducta.
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