Dana de Valencia: Prevención del Trastorno de Estrés Postraumático

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Cuando pasan los días tras la devastación causada por una catástrofe como la Dana de Valencia, que dejó inundadas zonas como mi pueblo natal, Utiel, y afectó gravemente a otras localidades como Paiporta, Catarroja y Aldaya, es crucial comenzar a planificar nuestra labor como psicólogos para prestar apoyo a las personas damnificadas. El proceso de intervención psicológica en estas situaciones abarca varias áreas, pero en este artículo nos enfocaremos en un trastorno que, sin duda, comenzará a surgir en algunas personas: el trastorno de estrés postraumático (TEP).

Amigos míos ya han solicitado ayuda psicológica tras verse atrapados en situaciones extremadamente angustiantes, con riesgo para su vida. Esto nos da una idea de la magnitud emocional que estas experiencias pueden tener en muchas personas. Antes de entrar en las posibles intervenciones, es importante entender qué es el trastorno de estrés postraumático y qué lo define. Para un desarrollo más amplio de este trastorno, puedes consultar el artículo que publicamos previamente aqui.

Criterios diagnósticos del Trastorno de Estrés Postraumático según el DSM-5

El DSM-5 define el trastorno de estrés postraumático a partir de varios criterios diagnósticos que nos permiten identificar si una persona lo está experimentando. A continuación, se detallan cada uno de estos criterios:

  1. Exposición a un evento traumático: Esto puede ser a través de la experiencia directa, la presencia de la situación, el conocimiento de que el evento afectó a seres queridos o la exposición repetida a detalles perturbadores del evento.

  2. Intrusión: La persona experimenta recuerdos intrusivos, pesadillas o flashbacks del evento que se sienten reales y reviven la experiencia traumática.

  3. Evitación: La persona trata de evitar lugares, personas o situaciones que le recuerden el trauma, así como pensamientos y sentimientos relacionados con el evento.

  4. Alteraciones en el estado de ánimo y cogniciones: Hay sentimientos negativos persistentes como miedo, culpa o tristeza, así como incapacidad para experimentar emociones positivas. También se observan creencias distorsionadas sobre uno mismo o los demás.

  5. Cambios en el nivel de reactividad y excitación: Incluye irritabilidad, arrebatos de ira, hipervigilancia, respuesta exagerada al sobresalto, problemas de concentración y alteraciones del sueño.

  6. Duración: Los síntomas deben estar presentes durante más de un mes.

DANA VALENCIA

La hipótesis de la indigestión y el origen del TEP

Para entender cómo se origina el trauma, quiero compartir una analogía que considero muy útil: la hipótesis de la indigestión. Esta hipótesis se basa en cómo funcionan los animales rumiantes, como las ovejas. Estos animales, por instinto de supervivencia, comen muy rápido en lugares abiertos y luego se retiran a un espacio seguro para regurgitar y masticar nuevamente. De esta forma, pueden digerir lo que han comido sin exponerse al peligro.

Este proceso puede compararse con cómo reaccionamos los seres humanos ante eventos traumáticos: cuando una persona está en medio de una situación de riesgo vital, la prioridad es sobrevivir, no analizar o asimilar el evento en ese momento. La información queda “indigerida” en el cerebro, y más adelante, cuando el peligro ha pasado, la persona puede empezar a experimentar los efectos de no haber procesado el evento: flashbacks, pesadillas, ansiedad. Estos son intentos del cerebro de “regurgitar” y “mascar” la experiencia que no se pudo digerir adecuadamente.

En algunos de mis amigos afectados por la Dana Valencia, tras los momentos de mayor peligro, comenzaron a tener pesadillas y flashbacks que los atormentaban, lo que se traduce en una necesidad urgente de procesar estas experiencias para evitar que deriven en un TEP.

imagenes dana valencia

Intervención psicológica para prevenir el TEP

La intervención psicológica después de una catástrofe como la Dana Valencia debe ser integral y enfocada en varios aspectos fundamentales para prevenir el desarrollo del TEP. Uno de los elementos clave es permitir que la experiencia traumática sea ventilada y procesada adecuadamente. En este contexto, la terapia de aceptación y compromiso (ACT) ha demostrado ser particularmente eficaz, ya que ayuda a las personas a evitar el control excesivo o la represión de estas memorias dolorosas, una actitud que solo tiende a agravar el problema. En cambio, la ACT fomenta la aceptación de la experiencia, ayudando a la persona a elaborarla, lo que se asemeja a «masticar y digerir» adecuadamente las vivencias traumáticas. Por supuesto, también existen otras terapias específicas para el TEP, como la Terapia de Reprocesamiento y Desensibilización por Movimientos Oculares (EMDR) y la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC). Estas intervenciones han demostrado ser altamente efectivas en el tratamiento del TEP, ayudando a las personas a procesar el trauma y reducir significativamente los síntomas. 

La elaboración de la experiencia implica no solo hablar sobre lo sucedido, sino también experimentar y procesar las emociones asociadas de una manera segura y controlada. Aquí es donde el rol del terapeuta se vuelve fundamental, proporcionando un acompañamiento empático y herramientas que permitan al individuo integrar lo vivido en su narrativa de vida. Es importante ayudar a la persona a tomar contacto con esos recuerdos sin huir de ellos, poco a poco, con el objetivo de otorgarles un significado que permita cerrar la herida emocional de una forma constructiva.

Otro aspecto fundamental es crear un espacio en el cual la persona se sienta escuchada y comprendida plenamente. La sensación de acogida y protección es esencial en el proceso terapéutico, ya que solo desde un entorno seguro se puede facilitar la apertura emocional. En este contexto, es crucial actuar con amor auténtico, asegurándose de que la persona sienta que todas sus emociones son válidas: su rabia, su llanto, su ira, su tristeza, y cualquier otra emoción que necesite expresar. Validar estas emociones contribuye a liberar la carga emocional que ha quedado reprimida tras la experiencia traumática.

Además de la ventilación y la integración emocional, un enfoque preventivo eficaz debe incluir estrategias de autocuidado y habilidades de afrontamiento para que las personas puedan gestionar los síntomas de ansiedad y estrés que puedan surgir en los días posteriores al evento. La enseñanza de técnicas de relajación, respiración consciente y mindfulness puede ser una herramienta valiosa para reducir la activación fisiológica y ayudar a la persona a mantenerse conectada con el presente, sin verse constantemente arrastrada por los recuerdos intrusivos.

Para concluir, la intervención psicológica en la Dana Valencia debe enfocarse en ayudar a las personas a ventilar, procesar e integrar lo vivido, para evitar el desarrollo del TEP. La intervención precoz es clave, ya que permite trabajar con las emociones cuando aún están frescas y menos encapsuladas. Reconocer que no todos desarrollarán este trastorno, pero que aquellos que sí lo hagan pueden beneficiarse enormemente de una ayuda psicológica adecuada, es fundamental para el éxito de la intervención.

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REFERENCIAS

  • American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5ª ed.). Washington, DC: American Psychiatric Publishing.

  • Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson, K. G. (2016). Acceptance and Commitment Therapy: The Process and Practice of Mindful Change (2ª ed.). New York, NY: The Guilford Press.

  • Briere, J., & Scott, C. (2015). Principles of Trauma Therapy: A Guide to Symptoms, Evaluation, and Treatment (2ª ed.). Thousand Oaks, CA: SAGE Publications.

  • Foa, E. B., Hembree, E. A., & Rothbaum, B. O. (2007). Prolonged Exposure Therapy for PTSD: Emotional Processing of Traumatic Experiences. Oxford University Press.

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