Las heridas emocionales son una clave esencial para entender cómo nos afectan nuestras experiencias del pasado. Esta teoría psicológica ha ayudado a muchas personas a mejorar su bienestar y sus relaciones. Si alguna vez te has preguntado «¿Cuál es mi herida emocional?», este artículo es para ti.
Exploraremos las cinco heridas principales y, al final, podrás hacer un Test de Heridas Emocionales gratuito para descubrir la tuya. Por eso es importante realizar el Test de Heridas Emocionales.
Puedes hacer el test ahora o después de leer el artículo. Te recomendamos leer primero, sobre todo si aún no sabes bien qué son las heridas emocionales.
Qué es una herida emocional
La mejor forma de comprender una herida emocional es a través de la metáfora de una herida física. Cuando te haces un corte, duele, sangra y, al rozarlo, vuelve a doler. Con el tiempo cicatriza, pero puede quedar una marca. Del mismo modo, una herida emocional se forma tras una experiencia que afecta nuestras necesidades emocionales básicas, dejando una huella profunda que puede reactivarse en situaciones futuras.
Estas heridas suelen formarse en la infancia y se manifiestan como esquemas disfuncionales que distorsionan la percepción del presente. La sensación de abandono, el miedo al rechazo o la necesidad de complacer pueden ser signos de heridas que no han cicatrizado por completo.

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La fórmula de la huella emocional
Podemos entender la herida como el resultado de una fórmula: (E + E) x I = HE
E: Experiencia vivida
E: Emoción que la acompaña
I: Interpretación que hacemos
HE: Huella Emocional
Cuando esta huella tiene una carga negativa, da lugar a una herida emocional que condiciona nuestras respuestas futuras, especialmente si se repite o permanece sin resolver.
Las necesidades emocionales básicas
Estas necesidades son tan esenciales como el alimento o el sueño. Si un niño no recibe afecto, validación o protección emocional, su cerebro interpreta esta carencia como una amenaza.
Ejemplo: si un niño se siente ignorado o poco querido, puede desarrollar la herida de abandono, que lo llevará a temer la soledad o a ser excesivamente dependiente.
Origen de las heridas emocionales
Las heridas de la infancia tienen un origen relacional. Surgen en contextos donde nuestras necesidades emocionales no fueron adecuadamente satisfechas. Esto puede deberse a:
Estilos parentales poco afectivos
Separación prolongada de los cuidadores
Experiencias de humillación, traición o rechazo
Situaciones traumáticas o negligentes
En algunos casos, pueden tener un componente congénito, como el estrés sufrido por la madre durante el embarazo, que influye en el sistema emocional del feto.
Tipos de heridas emocionales
Heridas emocionales primarias
Están relacionadas con las primeras experiencias afectivas y las necesidades más básicas:
Herida de abandono: Miedo a estar solo, necesidad de constante afecto.
Herida de rechazo: Sensación de no ser digno de amor, miedo al desprecio.
Heridas emocionales secundarias
Surgen como respuesta o defensa ante las heridas primarias:
Herida de humillación: Vergüenza por ser uno mismo, sentimiento de inferioridad.
Herida de traición: Dificultad para confiar, necesidad de control.
Herida de injusticia: Exigencia, perfeccionismo, rigidez emocional.
Estas heridas no se excluyen entre sí. Una persona puede experimentar varias a la vez o ver cómo fluctúan según el contexto emocional.
Las heridas como filtros de percepción
Una herida emocional actúa como un filtro permanente que altera nuestra forma de ver el mundo. Este filtro puede intensificarse por mecanismos cerebrales como el Sistema de Activación Reticular (SAR), que selecciona información acorde con nuestras creencias y miedos.
Ejemplo: si temes al rechazo, el SAR hará que percibas como amenazantes comentarios neutrales, reforzando tu herida.
Engramas y secuestro emocional
Las experiencias significativas dejan engramas: huellas neuronales que se activan cuando percibimos una situación similar. Esto puede desencadenar un secuestro emocional, como explicó Daniel Goleman. Es decir, la amígdala toma el control y reaccionamos con miedo o ira, bloqueando el pensamiento racional.
Por eso, a veces reaccionamos desproporcionadamente. No es porque queramos, sino porque nuestro sistema emocional activa patrones automáticos aprendidos.
Las heridas emocionales no se «curan», se integran
Aunque se suele hablar de «sanar las heridas emocionales», es más adecuado hablar de transformar la relación que tenemos con ellas. Las heridas no desaparecen, pero pueden dejar de doler o de condicionarnos si aprendemos a reconocerlas, calmarlas o incluso trascenderlas.
¿Cómo se integran?
Calmar: Cubriendo las necesidades no satisfechas con nuevos vínculos y experiencias seguras.
Trascender: Vinculando nuestra herida a un proyecto vital, a un valor personal o a un acto de altruismo.
Heridas emocionales y áreas psicosociales
Las heridas impactan en varias áreas de nuestra vida:
Física: Problemas somáticos, tensión corporal
Social: Dificultades para confiar o mantener relaciones
Psíquica: Patrones de pensamiento negativos
Afectiva: Inestabilidad emocional
Sexual: Conflictos con la intimidad o el deseo
Espiritual: Pérdida de sentido o dirección
Intelectual: Autoboicot, baja autoestima cognitiva
Conclusión: tus heridas pueden convertirse en tu fuerza
Reconocer una herida emocional no es una debilidad, sino el primer paso hacia una vida más libre y consciente. A través del autoconocimiento, puedes aprender a relacionarte mejor contigo mismo, con los demás y con tus propias emociones. Al igual que una cicatriz, la herida puede recordarte dónde estuviste, pero no tiene por qué definir tu presente.
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Referencias
Goleman, D. (1995). Inteligencia emocional. Kairós.
Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson, K. G. (2011). Terapia de Aceptación y Compromiso: Proceso y Práctica del Cambio Consciente. Desclée de Brouwer.
Young, J. E., Klosko, J. S., & Weishaar, M. E. (2003). Schema Therapy: A Practitioner’s Guide. Guilford Press.
Spitz, R. A. (1945). Hospitalism: An Inquiry into the Genesis of Psychiatric Conditions in Early Childhood. The Psychoanalytic Study of the Child.
Dobzhansky, T. (1973). Nothing in Biology Makes Sense Except in the Light of Evolution. The American Biology Teacher, 35(3), 125-129.
Benítez Aragón, P. E. (2023). Arquitectura Emocional: Gestión de las Heridas Emocionales. Tapa dura. Editorial Independiente.