Test Heridas de la Infancia · Heridas Emocionales

Índice de Contenidos

Las heridas emocionales son una clave esencial para entender cómo nos afectan nuestras experiencias del pasado. Esta teoría psicológica ha ayudado a muchas personas a mejorar su bienestar y sus relaciones. Si alguna vez te has preguntado «¿Cuál es mi herida emocional?», este artículo es para ti.

Exploraremos las cinco heridas principales y, al final, podrás hacer un Test de Heridas Emocionales gratuito para descubrir la tuya. Por eso es importante realizar el Test de Heridas Emocionales.

Puedes hacer el test ahora o después de leer el artículo. Te recomendamos leer primero, sobre todo si aún no sabes bien qué son las heridas emocionales.

test heridas de la infancia

TEST HERIDAS EMOCIONALES

Este test está diseñado para ayudarte a identificar tus principales heridas emocionales. Descubrirás cuál es tu herida primaria (más profunda) y tu herida secundaria (más visible o activa en tu vida actual).

Responde con sinceridad, pensando en cómo sueles sentirte o actuar en situaciones cotidianas. No hay respuestas correctas ni incorrectas.

5

1 / 32

Sientes que, si tú no te encargas de las cosas, nada saldrá bien. Te cuesta confiar en que otros puedan hacerlo con responsabilidad.

5

2 / 32

Mandas un mensaje a una amiga preguntándole cómo está. Pasa el día y no responde. Empiezas a pensar que quizás le molestaste o que ya no le importas tanto como antes.

5

3 / 32

Cuando una persona a la que quieres se muestra distante o necesita espacio, automáticamente piensas que ha dejado de quererte.

5

4 / 32

Quedas con alguien y llega tarde sin avisar. Aunque intenta disculparse, te cuesta no sentir que ha sido una falta de respeto hacia ti.

5

5 / 32

Te cuesta expresar lo que realmente necesitas. Piensas que si lo haces podrías ser rechazado/a o que la otra persona se apartará.

5

6 / 32

Aunque te esfuerces mucho, sientes que no está bien mostrar cansancio o vulnerabilidad, porque eso podría parecer una debilidad.

5

7 / 32

Tiendes a asumir muchas responsabilidades y a mantener todo en orden, aunque eso te agote. No te permites quejarte ni pedir que te lo reconozcan.

5

8 / 32

Te resulta muy difícil tolerar que alguien actúe de forma desordenada. Aunque no te afecte directamente, sientes que tienes que corregirlo o señalarlo.

5

9 / 32

En una discusión, sueles evitar expresar tu punto de vista con firmeza porque temes que te dejen de hablar o se alejen de ti.

5

10 / 32

En el trabajo o los estudios, te resulta muy difícil delegar. Prefieres hacerlo tú mismo/a para evitar errores o decepciones.

5

11 / 32

Cuando estás en un grupo, a veces te callas lo que piensas por miedo a que se burlen, lo critiquen o lo malinterpreten.

5

12 / 32

Te resulta difícil pedir ayuda, aunque estés desbordado/a. Sientes que si lo haces podrías molestar, incomodar o mostrarte débil ante los demás.

5

13 / 32

Si alguien hace una broma o comentario irónico sobre ti delante de otros, aunque lo digan “de broma”, te quedas pensando en ello todo el día con malestar.

5

14 / 32

Sientes que si no estás presente o pendiente de los demás, podrían olvidarse de ti o dejar de considerarte parte importante de su vida.

5

15 / 32

Te cuesta confiar en que los demás harán las cosas bien, y cuando cometen errores, te cuesta no tomar el control o enfadarte.

5

16 / 32

De pequeño/a te decían que no hablaras tan alto, que no te rieras así, que eras "demasiado...". Hoy en día, a veces te cuesta expresarte sin sentir cierta vergüenza o incomodidad.

5

17 / 32

Cuando te miras al espejo, a veces aparecen pensamientos críticos sobre ti mismo/a, como si no estuvieras a la altura o fueras inadecuado/a.

5

18 / 32

En tu infancia, te sentías invisible aunque te portaras bien. Hoy, cuando no te reconocen o te dejan al margen, sientes como si no existieras realmente para los demás.

5

19 / 32

A veces sientes que por más que avances, los demás no te ven de verdad. Te esfuerzas por “encajar”, pero siempre parece que hay algo en ti que no es suficiente.

5

20 / 32

Cuando alguien comete una falta que tú no cometerías, te genera una sensación intensa de injusticia y una necesidad de marcar la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto.

5

21 / 32

A veces prefieres bromear sobre ti mismo/a o restarte valor antes de que alguien lo haga, como una forma de protegerte de sentirte expuesto/a.

5

22 / 32

Te molesta profundamente cuando las personas no cumplen con su palabra. Incluso si lo justifican, te cuesta perdonarlo y sientes que algo se ha roto para siempre.

5

23 / 32

Te encuentras intentando “complacer” a otros para mantener el vínculo, incluso si eso implica ir en contra de lo que realmente deseas.

5

24 / 32

Te cuesta disfrutar de algo bueno que te pasa sin sentir culpa. Sientes que no has hecho suficiente para merecerlo o que otras personas podrían juzgarte por ello.

5

25 / 32

Cuando alguien no cumple con lo que dijo que haría, te invaden emociones intensas: frustración, decepción y una sensación de que no se puede confiar en nadie.

5

26 / 32

Has vivido situaciones donde no se te ha tenido en cuenta, y por eso tiendes a anticiparte a lo que otros quieren o necesitan, aunque tú no estés bien.

5

27 / 32

Recibes una crítica constructiva y, aunque sabes que es para mejorar, te sientes herido/a y te invade la sensación de no valer lo suficiente.

5

28 / 32

Alguien cercano a ti hace una promesa importante y luego la incumple sin explicaciones. No solo te molesta, sino que te cuesta volver a confiar en esa persona.

5

29 / 32

Te esfuerzas mucho en un trabajo o proyecto, pero al presentarlo nadie te felicita ni valora tu esfuerzo. Sientes que, por más que hagas, nunca es suficiente.

5

30 / 32

Cuando haces algo que te gusta o te da placer, aparece una vocecita interna que dice que no deberías estar disfrutando tanto o que eso es egoísta.

5

31 / 32

Vas a una reunión social y te sientes fuera de lugar. Aunque nadie te rechaza abiertamente, no logras conectar con el grupo y piensas que quizá simplemente no encajas.

5

32 / 32

Cuando alguien a quien aprecias se muestra molesto o distante, tiendes a pensar que has hecho algo mal, incluso si no tienes pruebas claras de ello.

Introduce tus datos para recibir los resultados personalizados. Tu información está segura con nosotros. Solo la usaremos para enviarte los resultados y contenido útil sobre heridas emocionales.

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Qué es una herida emocional

La mejor forma de comprender una herida emocional es a través de la metáfora de una herida física. Cuando te haces un corte, duele, sangra y, al rozarlo, vuelve a doler. Con el tiempo cicatriza, pero puede quedar una marca. Del mismo modo, una herida emocional se forma tras una experiencia que afecta nuestras necesidades emocionales básicas, dejando una huella profunda que puede reactivarse en situaciones futuras.

Estas heridas suelen formarse en la infancia y se manifiestan como esquemas disfuncionales que distorsionan la percepción del presente. La sensación de abandono, el miedo al rechazo o la necesidad de complacer pueden ser signos de heridas que no han cicatrizado por completo.

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La fórmula de la huella emocional

Podemos entender la herida como el resultado de una fórmula: (E + E) x I = HE

  • E: Experiencia vivida

  • E: Emoción que la acompaña

  • I: Interpretación que hacemos

  • HE: Huella Emocional

Cuando esta huella tiene una carga negativa, da lugar a una herida emocional que condiciona nuestras respuestas futuras, especialmente si se repite o permanece sin resolver.

Las necesidades emocionales básicas

Estas necesidades son tan esenciales como el alimento o el sueño. Si un niño no recibe afecto, validación o protección emocional, su cerebro interpreta esta carencia como una amenaza.

Ejemplo: si un niño se siente ignorado o poco querido, puede desarrollar la herida de abandono, que lo llevará a temer la soledad o a ser excesivamente dependiente.

Origen de las heridas emocionales

Las heridas de la infancia tienen un origen relacional. Surgen en contextos donde nuestras necesidades emocionales no fueron adecuadamente satisfechas. Esto puede deberse a:

  • Estilos parentales poco afectivos

  • Separación prolongada de los cuidadores

  • Experiencias de humillación, traición o rechazo

  • Situaciones traumáticas o negligentes

En algunos casos, pueden tener un componente congénito, como el estrés sufrido por la madre durante el embarazo, que influye en el sistema emocional del feto.

Tipos de heridas emocionales

Heridas emocionales primarias

Están relacionadas con las primeras experiencias afectivas y las necesidades más básicas:

  • Herida de abandono: Miedo a estar solo, necesidad de constante afecto.

  • Herida de rechazo: Sensación de no ser digno de amor, miedo al desprecio.

Heridas emocionales secundarias

Surgen como respuesta o defensa ante las heridas primarias:

  • Herida de humillación: Vergüenza por ser uno mismo, sentimiento de inferioridad.

  • Herida de traición: Dificultad para confiar, necesidad de control.

  • Herida de injusticia: Exigencia, perfeccionismo, rigidez emocional.

Estas heridas no se excluyen entre sí. Una persona puede experimentar varias a la vez o ver cómo fluctúan según el contexto emocional.

Las heridas como filtros de percepción

Una herida emocional actúa como un filtro permanente que altera nuestra forma de ver el mundo. Este filtro puede intensificarse por mecanismos cerebrales como el Sistema de Activación Reticular (SAR), que selecciona información acorde con nuestras creencias y miedos.

Ejemplo: si temes al rechazo, el SAR hará que percibas como amenazantes comentarios neutrales, reforzando tu herida.

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TEST HERIDAS EMOCIONALES

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Quedas con alguien y llega tarde sin avisar. Aunque intenta disculparse, te cuesta no sentir que ha sido una falta de respeto hacia ti.

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Cuando estás en un grupo, a veces te callas lo que piensas por miedo a que se burlen, lo critiquen o lo malinterpreten.

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Recibes una crítica constructiva y, aunque sabes que es para mejorar, te sientes herido/a y te invade la sensación de no valer lo suficiente.

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Vas a una reunión social y te sientes fuera de lugar. Aunque nadie te rechaza abiertamente, no logras conectar con el grupo y piensas que quizá simplemente no encajas.

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Te resulta difícil pedir ayuda, aunque estés desbordado/a. Sientes que si lo haces podrías molestar, incomodar o mostrarte débil ante los demás.

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Te encuentras intentando “complacer” a otros para mantener el vínculo, incluso si eso implica ir en contra de lo que realmente deseas.

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Te cuesta confiar en que los demás harán las cosas bien, y cuando cometen errores, te cuesta no tomar el control o enfadarte.

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Te esfuerzas mucho en un trabajo o proyecto, pero al presentarlo nadie te felicita ni valora tu esfuerzo. Sientes que, por más que hagas, nunca es suficiente.

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9 / 32

Cuando te miras al espejo, a veces aparecen pensamientos críticos sobre ti mismo/a, como si no estuvieras a la altura o fueras inadecuado/a.

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Sientes que si no estás presente o pendiente de los demás, podrían olvidarse de ti o dejar de considerarte parte importante de su vida.

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A veces sientes que por más que avances, los demás no te ven de verdad. Te esfuerzas por “encajar”, pero siempre parece que hay algo en ti que no es suficiente.

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Tiendes a asumir muchas responsabilidades y a mantener todo en orden, aunque eso te agote. No te permites quejarte ni pedir que te lo reconozcan.

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En tu infancia, te sentías invisible aunque te portaras bien. Hoy, cuando no te reconocen o te dejan al margen, sientes como si no existieras realmente para los demás.

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Alguien cercano a ti hace una promesa importante y luego la incumple sin explicaciones. No solo te molesta, sino que te cuesta volver a confiar en esa persona.

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15 / 32

Te molesta profundamente cuando las personas no cumplen con su palabra. Incluso si lo justifican, te cuesta perdonarlo y sientes que algo se ha roto para siempre.

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16 / 32

Te cuesta expresar lo que realmente necesitas. Piensas que si lo haces podrías ser rechazado/a o que la otra persona se apartará.

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En una discusión, sueles evitar expresar tu punto de vista con firmeza porque temes que te dejen de hablar o se alejen de ti.

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A veces prefieres bromear sobre ti mismo/a o restarte valor antes de que alguien lo haga, como una forma de protegerte de sentirte expuesto/a.

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19 / 32

Cuando alguien comete una falta que tú no cometerías, te genera una sensación intensa de injusticia y una necesidad de marcar la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto.

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20 / 32

Te cuesta disfrutar de algo bueno que te pasa sin sentir culpa. Sientes que no has hecho suficiente para merecerlo o que otras personas podrían juzgarte por ello.

5

21 / 32

Has vivido situaciones donde no se te ha tenido en cuenta, y por eso tiendes a anticiparte a lo que otros quieren o necesitan, aunque tú no estés bien.

5

22 / 32

Cuando una persona a la que quieres se muestra distante o necesita espacio, automáticamente piensas que ha dejado de quererte.

5

23 / 32

Te resulta muy difícil tolerar que alguien actúe de forma desordenada. Aunque no te afecte directamente, sientes que tienes que corregirlo o señalarlo.

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24 / 32

Cuando alguien a quien aprecias se muestra molesto o distante, tiendes a pensar que has hecho algo mal, incluso si no tienes pruebas claras de ello.

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25 / 32

De pequeño/a te decían que no hablaras tan alto, que no te rieras así, que eras "demasiado...". Hoy en día, a veces te cuesta expresarte sin sentir cierta vergüenza o incomodidad.

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26 / 32

En el trabajo o los estudios, te resulta muy difícil delegar. Prefieres hacerlo tú mismo/a para evitar errores o decepciones.

5

27 / 32

Cuando alguien no cumple con lo que dijo que haría, te invaden emociones intensas: frustración, decepción y una sensación de que no se puede confiar en nadie.

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28 / 32

Aunque te esfuerces mucho, sientes que no está bien mostrar cansancio o vulnerabilidad, porque eso podría parecer una debilidad.

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29 / 32

Sientes que, si tú no te encargas de las cosas, nada saldrá bien. Te cuesta confiar en que otros puedan hacerlo con responsabilidad.

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30 / 32

Si alguien hace una broma o comentario irónico sobre ti delante de otros, aunque lo digan “de broma”, te quedas pensando en ello todo el día con malestar.

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Cuando haces algo que te gusta o te da placer, aparece una vocecita interna que dice que no deberías estar disfrutando tanto o que eso es egoísta.

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Engramas y secuestro emocional

Las experiencias significativas dejan engramas: huellas neuronales que se activan cuando percibimos una situación similar. Esto puede desencadenar un secuestro emocional, como explicó Daniel Goleman. Es decir, la amígdala toma el control y reaccionamos con miedo o ira, bloqueando el pensamiento racional.

Por eso, a veces reaccionamos desproporcionadamente. No es porque queramos, sino porque nuestro sistema emocional activa patrones automáticos aprendidos.

Las heridas emocionales no se «curan», se integran

Aunque se suele hablar de «sanar las heridas emocionales», es más adecuado hablar de transformar la relación que tenemos con ellas. Las heridas no desaparecen, pero pueden dejar de doler o de condicionarnos si aprendemos a reconocerlas, calmarlas o incluso trascenderlas.

¿Cómo se integran?

  • Calmar: Cubriendo las necesidades no satisfechas con nuevos vínculos y experiencias seguras.

  • Trascender: Vinculando nuestra herida a un proyecto vital, a un valor personal o a un acto de altruismo.

Heridas emocionales y áreas psicosociales

Las heridas impactan en varias áreas de nuestra vida:

  • Física: Problemas somáticos, tensión corporal

  • Social: Dificultades para confiar o mantener relaciones

  • Psíquica: Patrones de pensamiento negativos

  • Afectiva: Inestabilidad emocional

  • Sexual: Conflictos con la intimidad o el deseo

  • Espiritual: Pérdida de sentido o dirección

  • Intelectual: Autoboicot, baja autoestima cognitiva

Conclusión: tus heridas pueden convertirse en tu fuerza

Reconocer una herida emocional no es una debilidad, sino el primer paso hacia una vida más libre y consciente. A través del autoconocimiento, puedes aprender a relacionarte mejor contigo mismo, con los demás y con tus propias emociones. Al igual que una cicatriz, la herida puede recordarte dónde estuviste, pero no tiene por qué definir tu presente.

Hasta aquí nuestro blog. Si estás en busca de asistencia psicológica, te invito a ver mi perfil. Ofrecemos servicios tanto presencialmente en Valencia (España) como en línea. Puedes solicitar una cita fácilmente a través de nuestro WhatsApp +34 690188154 .

Además, si te interesa el desarrollo personal y la psicología, no dejes de explorar nuestros cursos de psicología y desarrollo.

 

Referencias

  • Goleman, D. (1995). Inteligencia emocional. Kairós.

  • Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson, K. G. (2011). Terapia de Aceptación y Compromiso: Proceso y Práctica del Cambio Consciente. Desclée de Brouwer.

  • Young, J. E., Klosko, J. S., & Weishaar, M. E. (2003). Schema Therapy: A Practitioner’s Guide. Guilford Press.

  • Spitz, R. A. (1945). Hospitalism: An Inquiry into the Genesis of Psychiatric Conditions in Early Childhood. The Psychoanalytic Study of the Child.

  • Dobzhansky, T. (1973). Nothing in Biology Makes Sense Except in the Light of Evolution. The American Biology Teacher, 35(3), 125-129.

  • Benítez Aragón, P. E. (2023). Arquitectura Emocional: Gestión de las Heridas Emocionales. Tapa dura. Editorial Independiente.

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TEST HERIDAS EMOCIONALES

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Sientes que, si tú no te encargas de las cosas, nada saldrá bien. Te cuesta confiar en que otros puedan hacerlo con responsabilidad.

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Cuando estás en un grupo, a veces te callas lo que piensas por miedo a que se burlen, lo critiquen o lo malinterpreten.

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Te cuesta expresar lo que realmente necesitas. Piensas que si lo haces podrías ser rechazado/a o que la otra persona se apartará.

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Cuando alguien comete una falta que tú no cometerías, te genera una sensación intensa de injusticia y una necesidad de marcar la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto.

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Te esfuerzas mucho en un trabajo o proyecto, pero al presentarlo nadie te felicita ni valora tu esfuerzo. Sientes que, por más que hagas, nunca es suficiente.

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Cuando te miras al espejo, a veces aparecen pensamientos críticos sobre ti mismo/a, como si no estuvieras a la altura o fueras inadecuado/a.

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Mandas un mensaje a una amiga preguntándole cómo está. Pasa el día y no responde. Empiezas a pensar que quizás le molestaste o que ya no le importas tanto como antes.

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Quedas con alguien y llega tarde sin avisar. Aunque intenta disculparse, te cuesta no sentir que ha sido una falta de respeto hacia ti.

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Recibes una crítica constructiva y, aunque sabes que es para mejorar, te sientes herido/a y te invade la sensación de no valer lo suficiente.

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Te molesta profundamente cuando las personas no cumplen con su palabra. Incluso si lo justifican, te cuesta perdonarlo y sientes que algo se ha roto para siempre.

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Cuando una persona a la que quieres se muestra distante o necesita espacio, automáticamente piensas que ha dejado de quererte.

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Te encuentras intentando “complacer” a otros para mantener el vínculo, incluso si eso implica ir en contra de lo que realmente deseas.

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Cuando alguien a quien aprecias se muestra molesto o distante, tiendes a pensar que has hecho algo mal, incluso si no tienes pruebas claras de ello.

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Cuando alguien no cumple con lo que dijo que haría, te invaden emociones intensas: frustración, decepción y una sensación de que no se puede confiar en nadie.

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Sientes que si no estás presente o pendiente de los demás, podrían olvidarse de ti o dejar de considerarte parte importante de su vida.

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Aunque te esfuerces mucho, sientes que no está bien mostrar cansancio o vulnerabilidad, porque eso podría parecer una debilidad.

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Te resulta difícil pedir ayuda, aunque estés desbordado/a. Sientes que si lo haces podrías molestar, incomodar o mostrarte débil ante los demás.

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Has vivido situaciones donde no se te ha tenido en cuenta, y por eso tiendes a anticiparte a lo que otros quieren o necesitan, aunque tú no estés bien.

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A veces sientes que por más que avances, los demás no te ven de verdad. Te esfuerzas por “encajar”, pero siempre parece que hay algo en ti que no es suficiente.

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Te resulta muy difícil tolerar que alguien actúe de forma desordenada. Aunque no te afecte directamente, sientes que tienes que corregirlo o señalarlo.

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Te cuesta confiar en que los demás harán las cosas bien, y cuando cometen errores, te cuesta no tomar el control o enfadarte.

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Si alguien hace una broma o comentario irónico sobre ti delante de otros, aunque lo digan “de broma”, te quedas pensando en ello todo el día con malestar.

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Cuando haces algo que te gusta o te da placer, aparece una vocecita interna que dice que no deberías estar disfrutando tanto o que eso es egoísta.

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Vas a una reunión social y te sientes fuera de lugar. Aunque nadie te rechaza abiertamente, no logras conectar con el grupo y piensas que quizá simplemente no encajas.

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En una discusión, sueles evitar expresar tu punto de vista con firmeza porque temes que te dejen de hablar o se alejen de ti.

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En el trabajo o los estudios, te resulta muy difícil delegar. Prefieres hacerlo tú mismo/a para evitar errores o decepciones.

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Alguien cercano a ti hace una promesa importante y luego la incumple sin explicaciones. No solo te molesta, sino que te cuesta volver a confiar en esa persona.

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A veces prefieres bromear sobre ti mismo/a o restarte valor antes de que alguien lo haga, como una forma de protegerte de sentirte expuesto/a.

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De pequeño/a te decían que no hablaras tan alto, que no te rieras así, que eras "demasiado...". Hoy en día, a veces te cuesta expresarte sin sentir cierta vergüenza o incomodidad.

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En tu infancia, te sentías invisible aunque te portaras bien. Hoy, cuando no te reconocen o te dejan al margen, sientes como si no existieras realmente para los demás.

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Tiendes a asumir muchas responsabilidades y a mantener todo en orden, aunque eso te agote. No te permites quejarte ni pedir que te lo reconozcan.

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