✔️ Ataque de Ansiedad (Pánico) · Cómo Calmar la Ansiedad

Puede ocurrir en el metro, en un supermercado, en el teatro, en un concierto, en casa o en cualquier otro lugar. No hay ninguna amenaza a la vista, pero el corazón se acelera, la respiración se hace dificultosa y aumenta la sensación de falta de oxígeno. Súbitamente y sin razón alguna, uno se siente aterrorizado. Es el inicio de un ataque de ansiedad (o un ataque de pánico), un episodio que sufren dos de cada diez personas por lo menos una vez en su vida. En este PSYconoce vamos a saber cuales son sus síntomas más característicos y qué podemos hacer para aplacar un ataque de ansiedad.

El ataque de ansiedad o ataque de pánico, es un episodio de miedo o malestar intenso que va acompañado de sensación de peligro o muerte inminente. Sentimos un fuerte impulso de escapar o evitar. Está sensación puede comenzar bruscamente, alcanzando el pico en los primeros 10 minutos y siempre va acompañado al menos de uno de estos síntomas:  

  • Palpitaciones del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca
  • Sudoración
  • Temblores o sacudidas
  • Sensación de ahogo o falta de aliento
  • Sensación de atragantarse
  • Opresión o malestar torácico
  • Náuseas o molestias abdominales
  • Inestabilidad, mareo o desmayo
  • Miedo a perder el control o volverse loco
  • Miedo a morir
  • Parestesias, que son sensaciones de entumecimiento u hormigueo
  • Escalofríos
  • Sofocaciones
  • Desrealización o Despersonalización 

La desrealización es un síntoma característico de los ataques de pánico o ansiedad. El sujeto encuentra que la realidad que le rodea es diferente, o que está extrañamente cambiada.  

La despersonalización es la percepción por parte del individuo, de que él mismo ha cambiado o se siente diferente.

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Todos estos síntomas son debidos a una activación del sistema simpático, que es el sistema que se activa cuando detectamos un peligro al que debemos hacer frente o escapar. 

Un componente común a las personas que padecen ataques de ansiedad o de pánico es la sensibilidad que tienen a la ansiedad. Son personas que califican los síntomas del ataque de ansiedad como algo muy malo, algo que a toda costa hay que evitar. Esta evitación es algo que refuerza, es un círculo vicioso, que cuanto más se evita más aparece y los síntomas se vuelven más intensos. Un ejemplo: cuando intentamos respirar más despacio y somos incapaces de lograrlo. 

Se produce una reactividad fisiológica similar al rubor: cuando tememos ruborizarnos porque sospechamos que estamos siendo observados, el esfuerzo por evitarlo acaba generando aún más sonrojo. 

La pérdida de control es la esencia del pánico, y hay que transmitir al sistema nervioso la sensación de que el peligro no es tal. Si no lo hacemos así, el cerebro emocional gana a los pensamientos racionales y, aunque sepamos que algo es inofensivo, es difícil no asustarse porque lo sentimos al contrario.

Los ataques de ansiedad pueden ser inesperados, situacionales o predispuestos por alguna situación determinada:

En el ataque de ansiedad inesperado el individuo no asocia el inicio de la crisis con algún desencadenante que haya ocurrido. Este ataque ocurre de manera espontánea y está muy asociado a los trastornos de pánico.

Los ataques de ansiedad situacionales, son las crisis que aparecen en la anticipación o durante la exposición de un desencadenante situacional. Una situación concreta actúa como señal disparadora del ataque de ansiedad. Es muy característico de las fobias sociales y específicas.

Por otro lado tenemos los ataques de ansiedad predispuestos por una situación determinada, que son muy similares a los situacionales, excepto por que en este caso la crisis no tiene que aparecer durante o inmediatamente después de la exposición a la situación, a veces ocurre, pero a veces no.  Este ataque de ansiedad predispuesto por una situación es muy típico de los trastornos de pánico con agorafobia, pero también ocurren en la fobia social y en la fobia específica, en el trastorno de ansiedad generalizada y en el trastorno de estrés postraumático

Para tratar de afrontar con éxito un ataque de ansiedad debemos de afrontarlo en inicio desde lo fisiológico y motor y, posteriormente, desde lo cognitivo. 

Lo fisiológico es lo más inmediato. Debemos revertir la sintomatología ansiosa en sensaciones de tranquilidad, para lograrlo, procuraremos realizar una respiración diafragmática, lenta y profunda. Si podéis, durante esta respiración diafragmática poned el dedo índice encima del entrecejo y tapad  un orificio nasal de manera alternativa, realizando una inspiración y una espiración por cada orificio. 

Una señal muy importante que nos servirá para saber si hemos activado el sistema parasimpático es que salivemos. Con la ansiedad, la boca se seca, como consecuencia de activar el sistema simpático, por lo tanto, si activamos el parasimpático salivaremos al haber activado las funciones de reposo y reparación de nuestro organismo en detrimento de las funciones de activación y alarma.

Para la parte cognitiva, yo incluyo en el tratamiento un registro como los que se usan en terapia cognitivo conductual de Beck: tomar nota, ya sea en una libreta o en el móvil, de al menos tres componentes importantes:

  1. La situación donde ocurre el ataque
  1. La percepción subjetiva de la intensidad de la ansiedad. En una escala de cero a diez, donde cero es nada y 10 es el máximo de ansiedad.
  1. En qué estábamos pensando en ese momento 

Es muy importante registrar estos datos lo más pronto posible después de un ataque. 

Al día siguiente, revisad el registro del último ataque y evaluad nuevamente los pensamientos que escribisteis, escribir los pensamientos que tenéis en este momento dándoles una credibilidad de ocurrencia a los temores que tuvisteis. Esto nos hará comenzar a reconstruir los pensamientos tan catastróficos que tenemos sobre la ocurrencia de estos ataques y evitará futuras recaídas. 

Los ataques de ansiedad están asociados a muchos trastornos de ansiedad y cada uno de ellos precisa de un tratamiento específico. Si sospecháis que padecéis algún trastorno de ansiedad como agorafobia, fobia social, trastorno por estrés postraumático, fobia a determinadas situaciones,… poneos en contacto con un profesional, para poder aplicar con éxito el tratamiento específico a cada caso. 

La ansiedad es algo inherente a nuestra condición, es fundamental, necesaria y nos ayuda en la supervivencia como especie. La clave está en la aceptación y no en la evitación, la evitación no hace más que perpetuar los síntomas de una excesiva ansiedad. 

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